El brutal choque con siete fallecidos que hace quince días provocó en Figueras (Gerona) un conductor que circulaba sin carné ha reavivado en los últimos días el debate sobre la ‘violencia vial’ o sobre el ‘terrorismo de la carretera’. Porque las asociaciones de víctimas se niegan a llamar ‘accidente’, término que connota involuntariedad, al drama causado por todo un kamikaze del asfalto, que conducía de madrugada por encima del límite permitido, con el permiso retirado desde hacía cuatro meses tras varias denuncias por exceso de velocidad y positivos de alcoholemia.
O a otro suceso ocurrido ese mismo día en la localidad oscense de Peñalba, en el que un joven a bordo de un ‘Audi 4’ mató a una mujer de 54 que descansaba tranquilamente sentada en un banco junto a su casa. En este caso, el conductor, de 21 años, ni siquiera había pasado por la autoescuela.